Desde mediados del siglo XX, los farmacéuticos dependientes de los Servicios Sanitarios han adaptado el ejercicio profesional al diseño asistencial y estructural del momento y del entorno geográfico en una escalada creciente de oferta de su valor social. El reto de creación de una especialidad troncal requiere, en inicio, el diseño de un programa formativo que equilibre e integre los conocimientos y habilidades necesarios para desempeñar las funciones que tradicionalmente se han venido realizando en ámbitos diferenciados: desde la tradicional adquisición y dispensación de medicamentos, hasta los estilos y objetivos de la información de medicamentos. Aquí, la figura del farmacéutico no puede el valor social para que la sociedad perciba la oportunidad de ganancias en salud y calidad de vida gracias a un realce profesional.